“La niña señaló la habitación y, más allá la calle, y aún más lejos, los campos al amanecer.
El mundo estaba lleno de conejos”
La rebelión de los conejos mágicos – Ariel Dorfmann
Cruzarse con un conejo, y reconocerlo, puede traer diez años de buena suerte. Porque el conejo no es gato. Porque el conejo no es como el burro, que avanza siguiendo la zanahoria. El conejo hinca sus dientes en la raíz del asunto y salta. Salta la liebre, gregaria y territorial, y contagia pasión, ternura, astucia para burlar al mejor cazador. Reconocer al conejo, reconocerse conejo, es sacarse la careta.
Durante el primer Circo Poético que graduados y estudiantes de la carrera de Letras y la Secretaría de Extensión Universitaria de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación organizaron en la FaHCE, Cajas Chinas y Susurradoras de las Orillas tomaron vestidos de conejos la facultad (y sus alrededores) para hacer una intervención poética.
Sobre Conejos:
Personajes de fábula por antonomasia, LOS CONEJOS aparecen en clásicos como Alicia en el país de las maravillas, en libros de literatura infantil y juvenil (Dorfman), en libros para adultos (Levrero); en numerosos dichos populares (“al mejor cazador se le escapa la liebre”; dar “gato por liebre”; “correr la coneja”); en el cine (referencia ineludible resulta Rabbits, de David Lynch); en imágenes de la cultura popular (desde dibujos animados que representan la ternura, pasando por el conejo de Pascua o el que sale de la galera del mago, hasta el logo de Playboy). Popularmente, se usa el apelativo “coneja” para referirse a la mujer que tiene varios hijos. Hay liebres salvajes, de criadero, domesticadas; son una codiciada presa de caza; pueden ser plaga; pueden ser el plato principal.
La acción apuesta al EXTRAÑAMIENTO de lo cotidiano, a abrir INTERROGANTES, habilitar el JUEGO, la METÁFORA, formas ALTERNATIVAS de relacionarse con l*s otr*s.