Sembrar la memoria para que no crezca el olvido

Pensar la acción de siembra va de la mano de muchas incertezas. Todas nos pasan por el cuerpo y por la voz. Por lo que aún vamos pudiendo reconstruir o reinventar. Lo que nos precede, nos acontece, lo que nos sigue.

SEMBRAR LA MEMORIA PARA QUE NO CREZCA EL OLVIDO, implica que reconozcamos espacios, aquellos que una vez habitamos o dejamos de habitar, aquellos que una vez fueron clausurados y/ o reconquistados. Cada parte de nuestro cuerpo habla en su totalidad. Es una constelación múltiple que deviene semilla. Arborescencia con sus raíces esparcidas hacia los costados hacia abajo con cualquier trazo, carbones rayan el suelo.

El cuerpo pensado como semilla, el que transita por el recuerdo con su delicada contextura y el que vive la vida de todos los días, su materia tangible e intangible.

Edgardo Antonio Vigo nos deja un legado inmenso, que intentamos de manera laboriosa -entre tantos- hacer circular como este círculo de siembra. Pequeños pliegues de papel que se esparcen como señales, que fugan hacia la calle con su batalla de sentidos. Sobre el vientre, el rostro, las manos, los brazos, las piernas, el torso, el cuello, el mentón una huella de tinta con su fugacidad y el correlato de algo que antecede el instante. Todo instante nace de otro instante. Cuando las estocadas no paran de sucederse el aliento y el afecto de Vigo renace dando pistas, aportando a la vieja y “Nueva actitud de los agitadores del día y de la noche”.

Nuestro agradecimiento al Centro Experimental Vigo. Felices de eso que circula de aquí para allá de allá para aquí y para allá.

Fuimos invitadas por el Centro Experimental Vigo en el marco de la bienal de la UNLP.

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